16/2/09

Geliebte Gymnastik o La muy heterosexual oda a la homosexualidad I.

En un intento desesperado por ganar una apuesta (y tener una vida más sana, vivir mejor y esas mierdas de yuppie) decidí unirme a un gimnasio. Entusiasmado, decidí fervientemente que iría todos los días, de ese modo el asalto formal del que fui victima al pagar, se disiparía en pequeñas perdidas de dinero diarias, equiparables a un hoyo grande en el pantalón o jugar rayuela en la Tepito.

Sin embargo, poco sabía yo de estos horrores.

MONTAG

El día comienza a las 6 de la mañana, la gigantesca y anticuada maleta de piel donde llevo ropa suficiente, la desvalijada valija que uso para el trabajo, un topper con leche, una bolsa con cereal, medio mutivitamínico. A pesar de tener tiempo, siento que se me va a hacer tarde para todo. Tengo una terrible preocupación con llegar temprano a todos lados, a pesar de la cual siempre llego tarde.
Pants que no son míos, converse, chamarra. Estoy listo para partir, aunque por mi apariencia y mi cantidad de maletas cualquiera supondría que iré a vender mis pertenencias para soportar una adicción a la heroína.

Después de un breve y despejado camino, llego al centro del deporte. Intento entrar por la novedosa entrada, puertas de acero y vidrio que piden clave y huella digital, como si dentro fuéramos a hacer alguna actividad relevante ultra secreta. Obviamente, y como siempre, no puedo entrar al primer intento y tengo que ponerle mi cara de idiota a un empleado con actitud matutina atrás de un mostrador. Me caga dar explicaciones, en especial a personas que van de pants todos los días a trabajar. Toma mis huellas digitales (viejos recuerdos) y me dice "Ahora si Chavo, inténtalo", demonios, hasta me roban mis propios términos despectivos.

Al entrar, el ambiente a sudor y aire acondicionado era tan insoportable, un aire medianamente espeso y tibio lleno de entusiasmo, con el sonido y la aterradora visión de que el lugar estaba totalmente lleno. Todas las zonas, todas las máquinas, todos los aparatos, atestados de personas en atuendos deportivos, todos esforzándose al máximo, siendo todo lo que pueden ser. Por el amor de dios, es demasiado temprano para tener tantas expectativas personales. Me voy a los vestidores en un pequeño rincón donde me piden mi credencial a cambio de un par de toallas y una llave, asignada a mi locker. Obviamente, son demasiadas personas y demasiados lockers metidos en muy poco espacio. Dando la peligrosa combinación de gente encerradas en un ambiente donde se sentía la tensión típica de cualquier lugar donde hay más de 10 hombres desnudándose y desnudos en un espacio pequeño. Un tipo de miedo/preocupación alegre ante lo que parece una inminente violación/orgía gay que podría desatarse en cualquier segundo. Como un barril de pólvora, únicamente esperando la chispa correcta, la mirada equivocada, la más ligera sonrisa...

Deje mi maleta y salí al piso del gimnasio lo más rápido que pude, el sagrado piso de polyvinil donde el sudor habla por las personas. Gente corriendo al unísono, moviendo sus piernitas en las elípticas en un solo ritmo elíptico, pesas al mismo tiempo siendo levantadas, toallas que secan el sudor simultánemanete, uno se baja de una máquina, para que otro se suba; el poema del gran círculo de la vida, representado en una obra de teatro deportiva donde todos quieren el papel protagónico "¿Así se habrán sentido los romanos?" pensé. Era una visión de miedo; la concepción del deporte si Alemania hubiera ganado la guerra. Todo tipo de personas, trabajando enjundiósamente para mejorar. Todos al mismo tiempo, en el mismo lugar, cuasi obligatorio. Esto es el séptimo reich, del deporte.

No podía dejar de pensar en que esto era el sueño de Joseph Göebbels, una raza convencida totalmente por publicidad de su superioridad, dispuesta a trabajar arduamente por la aceptación de otras personas que les había sido vendida. Una verdadera "Amada Gimnasia", donde conscientemente, el individuo pierde de manera voluntaria todo razgo único, con tal de encajar en un estándar. Lo sano insano. (Oh ironía)

No se puede negar, el gimnasio es el terrible lugar donde el hombre blanco puede expresar al máximo su innata homosexualidad sin sentirse terriblemente humillado por sus congéneres. Con la excusa, de que de hecho lo estamos haciendo únicamente para agradarle al sexo opuesto. Es un lugar de decepción y a su vez de amor, duro amor banal. Lleno de pensamientos vacíos y sin fundamento, lujuria, levedad, estupidez y prepotencia... me sentía tal y como en casa.

4 comentarios:

Trendy dijo...

¿Esta entrada fue publicada el lunes 16 a las 6:51 am? Eso quiere decir que no estuviste mas de 50 minutos en el gimmnacio antes de llegar a todas estas brillantes conclusiones?

S.S dijo...

Claro. También ejercité mis capacidades de observación.

Felipe Flores dijo...

que sigue sacco? 2 horas de pilates diarias? implantes de pectorales y nalgas? prefiero tu adicción a la heroína.
jaja mi palabra de verificación es MANCO. la escribiré con una sola mano.

Lucía Malvido dijo...

Benja. Hay un modesto agradecmiento para tí en mi blog, arriba de un nuevo post, señoras y señores, auqnue usted no lo crea. La última vez que me reí tanto fue mirando una peli que te recomiendo mucho que en la cineteca se llamaba tú que estás vivo, la siguiente fue leyendo este post. Nada como un poco de agrio ánimo para endulzar mi día. Mi palabra de verificación probablemente viene del latín y es larsati. Creo que tiene algo que ver con la manteca. Usted siga haciendo ejercicio y gane todo ese dinero.

Un abrazo.

Lu =)!