Mueren todas al final.

La terrible realidad de las redes sociales. 

El año debió haber sido 2003. El interné tomaba forma más real con el lanzamiento de precios accesibles para sistemas wireless. Los modems externos empezaban a convertirse más en pisapapeles con cable que en medios de comunicación y la definición de"herramienta de trabajo" para una computadora empezaba a ser obsoleta.

Los gritos de emoción del ICQ se habían apagado hace mucho, yahoo chat peleaba por un lugar en el ocio y el MSN empezaba a proyectar su terrible legado sobre el internet. Tiempos en que los chat rooms ya eran considerados únicamente para pervertidos, el imdb empezaba a salir de las manos de sociedades secretas de nerds y los emoticons eran tan sólo discretos medios para demostrar la más ligera emoción, apenas descubriendo los horrores del Gif.

En estos días de cyber-bonanza recuerdo haber encontrado mí primera invitación a Hi5. Sonaba demasiado emocionante, demasiado bueno para ser verdad. ¿Todos mis amigos juntos en un solo lugar? Conviviendo cómo hermanos, celebrando exclusivamente por la alegría de conocernos. Compartiendo nuestras fotos y nuestras vidas, escribiendo en nuestros perfiles sobre lo increíbles que somos. 

Era el concepto de una utopía hecho realidad y siquiera era un lugar real, era aún mejor. Era el internet y el comienzo (al menos para mí) de las redes sociales. 

Ignore la primera invitación. No soy ningún pionero. Fue casi 6 meses después, tal vez un poco más, que abrí mi cuenta. La mayoría de mis amigos tenía una y yo empezaba a sentirme excluido. Decidí abrirla, llenando ese tortuoso primer formulario sobre quién putas madres soy yo. De nuevo ¿Cómo me interpreto a mi mismo? ¿Qué tanto digo sobre lo que soy? y mejor aún ¿Quién soy yo? Filósofos y pensadores intentando contestar esa pregunta desde tiempos inmemorables y de repente querían que yo la contestará en menos de 100 caracteres. ¿Mis gustos? ¿Qué me gusta? y más que eso: ¿Qué quiero que piense la gente qué me gusta? Lo cual es el concepto de las redes sociales. No es quien soy, si no quién quiero que piensen que soy.

Y así fue, puse mis impecables gustos en cine, música, televisión, literatura, alguno que otro chiste cotorrón y todas las fotos en las que menos me parezco. Al principio era risas y diversión. Poniendo "fives" a mis amiguitos, encontrando nuevas personas que se incorporaban y comentando sobre lo fabulosas que son. El clásico "Años sin vernos, hay que hacer algo pronto" que realmente no quería decir, se volvió algo común mientras veía fotos de mis amigos, de los amigos de mis amigos, de los amigos de los amigos de mis amigos y hasta de los amigos de mis amigos que ni siquiera sus amigos conocen. Todo parecía bueno.

 

Hasta que la inevitable verdad nos golpea; no es tan divertido. No somos tan amigos todos. Si no te veo y no te hablo desde pre-escolar lo más probable es que me valga madres que putas madres estás haciendo. Y no es algo contra nadie, así es el mundo, todo gira y se mueve en orden al gran imán y sólo un idiota lo desafiaría. Se convirtió en la desconfianza de: "No creo que seas la mitad de lo que dices ser y la verdad sólo soy tu amigo porque soy un perversito que le gusta ver fotos de otras personas divirtiéndose mientras que estoy sólo a las tres de la mañana en sábado, desnudo mientras cómo helado... "

Entonces llegó Myspace, oh dulce Myspace, otro gallo nos cantaría contigo. Aprenderíamos de todos los errores que cometimos en hi5, porque aquí sería diferente. No más morbo y pretensión. No más ver quién visito mi perfil, no más espiar fotos de chicas que no conoces. Esto era la verdadera utopía, porque aquí no estábamos únicamente por el vicio de la persona. Era diferente, era honesto, era por la música. Por fin podríamos estar cerca de nuestros artistas favoritos, disfrutar de lo nuevo que tenían y conocerlos mejor, postearles lo increíble que son a personas que en verdad consideramos increíbles. Sonaba hermoso y por un momento lo fue. 

Tom nuestro amigo lo había hecho por nosotros. Nos veía desde lo alto de su perfil, saludándonos y siendo nuestro amigo únicamente por existir. Nos dio todas las herramientas pensando en lo mejor para nosotros y como era de esperarse, no falto mucho para que abusáramos. Nos había dado control sobre el HTML y ahí estuvo su error. Dentro de poco llegaron los template's complejos, los embeded's con reel's de fotos, infinidad de vídeos y el bling bling electrónico. Hasta que los profiles eran cuasi concepciones abstractas inentendibles. La música había pasado a segundo plano. Ahora lo importante ahora eran las fotos borrosas con ángulos engañosos, los comentarios a perfil que intentaban meter un virus y la decadencia de un paraíso perdido... de nuevo.

Así, a la distancia vino facebook. La última frontera para todos aquellos que aún pensábamos que podíamos mantener amigos en la red. Al principio también parecía divertido. Pero ahora estaba lleno de limitaciones y reglas. La libertad catafixiada por aplicaciones ñoñas y sosas, que se complementan con una infinidad de correos avisándome si mis cyber-amigos estornudad, que tan duro lo hicieron, que tanto moco salió y si quisiera desearles salud o estornudar cómo ellos.

 

Descubriendo una vez más que las redes sociales no son tan buena idea (más que para saber que hace tu ex novia y seguir en contacto con gente que no te importa) decepcionados vemos que no son tan increíbles, no son tan divertidas y en lo absoluto útiles. Aún así, seguimos con nuestros ojos en el horizonte, esperando esa gran nueva utopía, ese gran lugar de internet dónde podamos unir nuestras manos en canto, donde mostremos nuestras fotos a todos y todos seamos amigos sin el yugo de el comercialismo. Ese lugar donde podamos decir: Mundo aquí estoy, dame un comment. 

En fin, los dejo con Dave Chapelle y su teoría de cómo sería el internet si fuera un lugar real:

 

Este es el post más ñoño. Hasta siento que debería estar usando una camiseta de Star Wars y traduciendo el señor de los anillos a klingon.